Con tan sólo 20 años emprende un camino que cambiará su vida. Se aleja del negocio familiar en Galicia, una fábrica de madera muy grande dedicada a producir cajas como las que se usaban para transportar plátanos de Canarias o marisco gallego. Allí ya había demostrado sus dotes de innovador inventando un ingenio que permitía extraer las vetas de resina de la madera de una forma automática. Pero fue en Cataluña donde demostró su gran capacidad de trabajo y el espíritu emprendedor con la puesta en marcha de un bar de comidas, el Compostela. Por aquellas cosas del destino se especializó en la comida en las escuelas. Los inicios fueron servir los menús de una guardería en Valldoreix y luego siguieron más escuelas.
Desde entonces, el nombre de Campos Estela, que rinde homenaje a las raíces gallegas, quedó unido al mundo de la restauración social en la escuela y del ocio educativo. Pepe, junto con Maribel, es cofundador de Campos Estela y actualmente sigue en activo llevando la comida a alguna escuela cercana a Rubí y haciendo gala de su alma de ingeniero, poniendo solución a cualquier reto técnico que necesite de un buen manitas.
– ¿Qué momento te viene a la memoria cuando piensas en Campos Estela ¿Nos explicarías una anécdota?
Cuando empecé a repartir la comida con el SEAT 124 porque aún no teníamos furgoneta. También recuerdo mucho el momento en que pasamos de cocinar 90 menús cada día a 1.500 menús diarios con escuelas de La Floresta. No conocíamos el mundo del catering y aquello fue un reto muy grande para nosotros.
Más tarde, con una furgoneta Mercedes vieja íbamos a Amposta a comprar lechuga, tomate, alcachofas y algo de fruta. Y a Castelldans, en Lérida, recogíamos manzanas, peras y, cuando era temporada, también melocotones.
– Si tuvieras que describir Campos Estela con varios adjetivos ¿cuáles elegirías?
Honestidad y trabajo
– ¿Qué crees que ha cambiado más de la empresa (o de los comedores escolares) durante todos estos años?
Todo lo que hace referencia a la seguridad alimentaria. En las cocinas y los comedores se exige mucho más que durante los años 70.
– Nos explicarías un juego de mesa de los clásicos que lo podamos recuperar en las escuelas con los niños?
Más que un juego de mesa lo que recuerdo es cuando poníamos películas a los niños después de comer. Las alquilábamos a un local de la Plaza Real de Barcelona.
– ¿A qué te gustaba jugar al aire libre cuando eras pequeño?
Empecé a trabajar muy temprano. Si tuviera que escoger un momento al aire libre que sea un recuerdo especial me viene a la cabeza cuando en Navidad invitábamos a las escuelas en nuestra cocina de Rubí. De una granja nos dejaban conejos, pollos y corderos y los llevábamos en el patio que rodea el edificio de la cocina central. Era una gran fiesta con los pequeños, los maestros y los directores de las escuelas.
– ¿Cuál es el plato más característico de la casa o qué te gusta más?
Uno de los que más recuerdo y que ahora ya no se estila son los sesos rebozados.
– Un deseo para el futuro
Tranquilidad. Me gustaría descansar porque hace mucho que me muevo.
Nota para los lectores: Los de la casa hace mucho que escuchan cómo Pepe García comenta que se retirará pronto… pero en realidad todos saben que le gusta estar pendiente y al día