Desde bien jovencita, Maribel Reyes -más conocida como Rubita- empezó a trabajar en el bar de comidas Compostela, con el matrimonio Pepe García y Maribel Huesca al frente. Todos eran vecinos de la misma comunidad y, como ella misma recuerda, trabajaban como una misma familia. Su madre también cocinaba de vez en cuando y su abuela ayudaba a limpiar los pollos para el fin de semana. Eran los primeros años de la década de los 70 y Rubita recuerda como muchos vecinos echaban una mano en lo que podían. Cuando acababan de recoger, prácticamente de noche, se ponían a pelar patatas sentados en círculo alrededor de una estufa o preparaban los bocadillos del día siguiente en caso de que los niños de las escuelas para las que trabajaban tuvieran excursión.

Al hablar de esos años, Rubita sonríe y recuerda que las vacaciones que pasaron todos juntos en Galicia fueron las de los mejores. Cocinando en el Compostela también fue como conoció a su marido. Y estuvo trabajando con ellos mucho tiempo hasta el momento en que la familia García-Huesca decidió trasladarse a la localidad vecina de Rubí para contar con una cocina más amplia. Fue entonces cuando Rubita decidió emprender su propio camino. Actualmente regenta un bar en Sant Cugat y sigue aplicando algunas de las primeras cosas que aprendió con Maribel.

¿Qué momento te viene a la memoria cuando piensas en Campos Estela? ¿Nos explicarías una anécdota?

– Lo que más recuerdo son las colonias. Trabajábamos muchísimo para llevar todas ollas, cazuelas y todos los alimentos que íbamos a cocinar hasta allí. Cuando pienso en ello aun no sé cómo podíamos hacerlo. Cocinábamos el mismo menú que preparábamos en las escuelas. Si tocaba paella, la preparábamos en medio del campo. Y si tocaba verdura, pues lo mismo.

– Si tuvieras que describir Campos Estela en pocas palabras ¿cuáles elegirías?

– Una parte de mi vida. Aprendí mucho esos años.

– ¿Qué crees que ha cambiado más de la empresa (o de los comedores escolares) durante todos estos años?

– Con muy pocos medios sacábamos adelante la comida de muchos niños. Creo que abrimos paso. Ahora se trabaja de forma distinta. Y en cierto modo nosotros fuimos pioneros.

– Nos explicarías un juego de mesa de los clásicos para que lo podamos recuperar en las escuelas con los niños?

– Más que un juego de mesa recuerdo cuando nos sentábamos alrededor de un fuego durante las colonias en el momento que se hacía de noche. Organizábamos juegos en círculo como “El conejo de la suerte”. Consiste en que que los niños y niñas se sienten en un corro y cada uno ponga su mano derecha abierta sobre la de su vecino de la derecha y la mueve hasta chocar con la de la izquierda mientras cantan todos juntos. Así conseguíamos que los niños se cansaran y se durmieran pronto, aunque luego muchos acababan durmiendo en nuestra tienda de campaña en vez de en la suya.

– ¿A qué te gustaba jugar al aire libre cuando eras pequeña?

– Jugábamos mucho a pelota, a fútbol. También hacíamos juegos en círculo con la pelota, pasándola con las manos.

– ¿Cuál es el plato más característico de la casa o qué te gusta más?

– Los pollos asados. Maribel los hacía muy buenos, les daba el punto de cocción justo. Los comprábamos enteros, los limpiábamos, los cortábamos a cuartos y los churrascábamos para eliminar los restos de pluma. Maribel los condimentaba de una forma especial, tenía sus trucos y solía mantener algunas recetas en secreto.

– Un deseo para el futuro

– Que sigan como están y que mantengan el carácter familiar.

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