Además de trabajar el ocio inclusivo a través de los juegos adaptados y la diversidad en la alimentación, el proyecto de este curso pretende descubrir el lenguaje de las emociones para que los niños y niñas aprendan a identificarlas. El cuento «El Monstruo de Colores» de la ilustradora Anna Llenas ya se ha convertido en todo un clásico en las escuelas para servir como fuente de inspiración de actividades que nos enseñan a saber cuándo nos hemos hecho un lío con nuestras emociones.

En unos cuantos comedores los niños y niñas han elegido dibujar su versión del cuento para distinguir la alegría, la tristeza, la rabia o el miedo. En otros han preparado un emociómetro que ha permitido a los niños elegir un color en función de su estado de ánimo en el momento de entrar o salir del comedor.

Con la lectura de varios cuentos en voz alta se han abierto debates sobre lo que les ha transmitido cada historia, explicar qué pasa y porqué. También se han trabajado manualidades para expresar cómo nos sentimos en un determinado momento con marionetas o coronas de colores asociados a cada estado de ánimo.

Los educadores han probado de sumergir a los niños en el mundo de las emociones a través de diferentes recursos como juegos, imágenes, cuentos, peluches, emoticonos, elementos musicales, palos de lluvia, sacos de olores relajantes, balones o globos rellenos de arroz con caras de emociones y multitud de objetos que ayudan a expresar sentimientos.

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